viernes, 11 de febrero de 2011

LO BUSQUÉ EN LA CATEDRAL Y LO ENCONTRÉ EN MERCADONA



Quiero contarte algo que hoy me ha pasado y la reflexión que ha surgido de allí.
Por realizar unas gestiones estuve desde temprano en Valencia. A mediodía tuve dos horitas libres antes de montarme en el tren. ¿Qué hacer en ellas?

Lo primero que se me ocurrió fue ir a buscar al Señor en la Catedral y quedarme con Él en silencio un buen rato. Emprendí el camino con ilusión mientras las ganas de estar a solas con Jesús aumentaban a medida que me aproximaba al lugar de culto.


En el primer escalón del atrio se encontraba una joven mujer rumana con un vaso de plástico en la mano, pidiendo una monedita. Le ofrecí dársela al salir.  Ya en la puerta vi un cartel que señalaba a la derecha la entrada para la visita turística, mientras que a la izquierda estaban indicados los horarios de Misas. Entré por ella, pero en  ese momento, hacía más de media hora que había terminado la última de la mañana. De modo que, debido a los cordones que impedían el acceso, me fue imposible satisfacer mi deseo y saludé al Señor de lejos conversando con él sólo de pie.

Al salir, pensé en la mujer rumana a quien le había ofrecido dinero. Ella, al verme, me regala sus mejores piropos y después de agradecerme, me dice: "Señora, ¿no me puedes dar algo para comer?" a lo que le digo: "Claro. Vamos que te invito algo en un bar". Ella se levanta y veo que está embarazada. Me mira con dulzura y me dice: "Señora, por favor, mejor dame algo para preparar para mis hijos, para que hoy puedan comer. Tengo siete niños con este que llevo en la barriga y no tengo trabajo. La vida está muy dura. En mi pais también por eso nos hemos venido para acá". Le pregunto por su marido y me cuenta que tampoco tiene trabajo y está pidiendo en otro sitio, pero llevan poco a casa para poder alimentar  a sus hijos. Le insisto en que no debe hacerse con más hijos a los que no puede mantener. Y su respuesta es: "Pero soy cristiana, señora...¿qué hago?". Yo insisto: "No creo que el Señor quiera que traigas al mundo a niños que luego tengan que morir de hambre".

Mientras nos dirigimos a Mercadona, ella me dice: "Dame, señora, el dinero y ya tú te vas a la estación del tren". Y yo al insistir en acompañarla, me objeta: "Yo sé que te han dicho que no des a nadie dinero, pero yo no me voy a drogar ni a beber...yo quiero prepararles algo a mis niños". Mi terquedad me lleva a estar con ella todo el tiempo y a mirar - porque los dolores de brazos me impiden ayudarla - cómo va echando a la cesta todo lo más imprescindible para alimentar una familia. Cuando al salir la veo tan cargada pero al mismo tiempo tan feliz, descubro que sólo una madre puede soportarlo todo por sus hijos. Los besos que me da al despedirnos, son para mi los besos de Jesús quien también tenía la ilusión de encontrarse conmigo, pero no en la Catedral, sino en Mercadona.

Hasta aquí los hechos tal como sucedieron. Después me he puesto a pensar en los prejuicios que nos inundan cuando nos encontramos con gente que pide en la calle. Peor aún si sabemos que son gitanos o rumanos...Y la verdad es que puede haber de todo. Pero, ¿En cuántos casos, si en lugar de esa persona que pide, hubiésemos estado nosotros sufriendo verdadera miseria y pidiendo, ¿cuál habría sido nuestra reacción frente a la sospecha de quien en ese momento posee el bien que no tenemos y prefiere pasar de largo o nos humilla de cualquier forma? Después de esta reflexión el rostro de Jesús en quien sufre se me dibuja más concreto, pero discriminado, y humillado.


En realidad, tenía esta noche para estudiar Teología Fundamental de la que me voy a examinar el lunes,  pero he preferido ponerme a contarte mi experiencia. Después de todo, la principal asignatura de la que me voy a examinar es la de Mateo 25, 35s "Porque tuve hambre...fui forastero...anduve sin ropa...caí enfermo...estuve en la cárcel...Os aseguro que todo lo que hicísteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mi mismo lo hicisteis" ...y qué ganas tengo de aprobarla!
Que el Señor te bendiga.
Hasta la próxima.